Marco Trade News – Fuente: Reuters – www.concoursmondial.com
Desde hace unos años, China ha incorporado el vino a su consumo, sobre todo en segmentos medios y altos. Y hoy es el lugar del mundo, donde la industria evoluciona más aceleradamente en términos de producción y consumo.
La expansión del vino en ambos aspectos ha sido tal, que se ha convertido en el ámbito continuo de encuentros internacionales, exposiciones y ferias sobre la industria vitivinícola. Según la Organización Internacional del Vino, China con 847.000 hectáreas de viñedos, la segunda mayor zona de cultivo de viñas del mundo, detrás de España, situada a la cabeza. Pero lo más sorprendente es que, al mismo tiempo, es el quinto país del mundo en consumo de vino, ubicándose apenas por debajo de EEUU, Francia, Italia y Alemania.
La forma en que los chinos beben vino también está cambiando. Un informe de Goldman Sachs y Gao Hua Securities descubrió que los bebedores mayores en China son tradicionalistas, optando por el alcohol blanco (baijiu), mientras que los jóvenes suelen preferir el vino occidental. El informe también anticipa que, “a medida que las generaciones mayores vivan más tiempo, y a medida que aumente la conciencia de salud de las personas, se consumirá más vino en China”. El mercado puede expandirse a medida que la población “millenial” se expande.
Chuan Zhou, de Wine Intelligence, cree que el futuro del consumo de vino en China está en las mujeres jóvenes, que representa el 50% de los bebedores de vino importado del país. Las mujeres chinas beben vino por razones de salud y por la imagen que esta bebida conlleva: exquisitez y éxito.
La Asociación China de Importaciones y Exportaciones de Vino y Licores prevé que China “se convertirá en el segundo mayor importador mundial de vino en el 2020”, superando a mercados más tradicionales como Francia y el Reino Unido, con importaciones estimadas a un valor de u$s 21.700 millones.
En 2017, China importó 746 millones de litros de vino (a granel y embotellado) por un valor cercano a los u$s 2.800 millones. Estas cifras marcan un aumento del 16,9% en volumen y del 18% en valor en comparación con el año anterior. El volumen de vinos importados en China se ha duplicado desde 2013.
Un escenario como ese, es extraordinariamente auspicioso para los países con capacidad exportadora. Dos países lo están aprovechando gracias a una cuidada estrategia de vinculación comercial con China y producto excelentes: Australia y Chile.
ProChile, Imagen de Chile y Viñas Asociadas lanzaron por primera vez en 2016, una campaña internacional dirigida al consumidor final en China, bajo el concepto “Love wine, love Chile”. El objetivo fue posicionar a Chile como productor de vinos de excelencia sobre la base de cuatro pilares: calidad y diversidad, innovación, sustentabilidad e imagen país. Fue una potente estrategia que tuvo éxito. Desde ese año, el país asiático se ha convertido en el principal mercado consumidor de vino chileno, sobrepasando a EEUU, que encabezó las compras hasta 2015. Chile es el cuarto exportador a nivel mundial de vinos en valores absolutos, con más de 200 bodegas exportando sus productos a China.
Como señala Juan Esteban Musalem, presidente de la Cámara Chileno China de Comercio, Industria y Turismo (Chicit), “los resultados exitosos de esa iniciativa han impulsado a la industria vitivinícola chilena a programar actividades similares especialmente enfocadas en los nuevos consumidores millennials (jóvenes entre 20 y 35 años)”.
Pero China no se contenta con comprar. A fines de junio de 2017, la empresa Yantai Changyu Pioneer Wine, el grupo vitivinícola más grande de China, y tercero a nivel mundial, con una capitalización bursátil que supera los u$s 6.400 millones adquirió cuatro importantes viñas chilenas.
Algo similar pasa en Australia. Francia es lejos, el primer país exportador hacia China, con un 40% de las ventas hacia el país, pero Australia lleva década en segundo lugar, según información de la International Wine and Spirit Research and Wine Australia. Pero mientras que el crecimiento de las ventas francesas ha sido paulatino, el de las australianas ha estallado.
Para Guillaume Déglise, Director Ejecutivo de Vinexpo, un apasionado del vino, que por su acción ha transformado a la empresa en la referencia europea con sus ediciones de Burdeos y Hong Kong, feria líder en Asia, que repetirá este año, en mayo: “En las dos mayores ciudades chinas, Shanghai y Beijing, vemos cómo se venden más y más vinos de Australia, España y Chile porque los consumidores se muestran más abiertos hacia nuevos orígenes y nuevos estilos… Al mismo tiempo, en las ciudades de segundo y tercer nivel de población, los consumidores, especialmente los más jóvenes, también muestran interés por esos países porque ofrecen una opción más competitiva que Francia”.
En la última década, las exportaciones de Australia a China han crecido el doble en valor que en volumen: las ventas de vinos de alta gama como el ‘Penfolds Grange’ han crecido más que cualquier otro tipo, lo cual ha redundado en beneficios récord para su productor, Treasury Wine Estates.
Las importaciones de vino australiano en China se han disparado con un incremento del 63%, alcanzando los 535 millones de euros el 2017.
Las políticas comerciales han influido en ello: las exportaciones australianas de vinos a China han crecido a más del doble desde la entrada en vigor del acuerdo de libre comercio entre los dos países, firmado en diciembre de 2015, con lo que los aranceles cayeron de un máximo de hasta el 20% al 3%.
Al igual que en Chile, los inversores chinos han recorrido toda la producción vinícola australiana y hecho una serie de compras de empresas del sector. En mayo de 2017, la distribuidora china YesMyWine hizo una de sus mayores inversiones al comprar por 10,5 millones de euros, el 15% (que incluye un puesto en el consejo de administración) de Australian Vintage Ltd., la quinta mayor empresa productora de vinos de Australia. Y en enero de este año, Changyu Pioneer Wine compró una parte mayoritaria de la bodega Kilikanoon, en el sur de Australia, por 12,5 millones de euros.
Dos directores de empresas del Valle de Hunter, al norte de Sídney en Nueva Gales del Sur, una de las principales regiones productoras de vino de Australia, con una historia vitivinícola que data de principios del siglo XIX, reconocen el auge de la presencia china en la región. Cain Beckett, director la inmobiliaria Jurds, afirma que cada mes vende unas cuantas viñas a compradores chinos y Stephen Strachan, director de Gaetjens Langley, consultora vinícola, dice que la mitad de las iniciativas extranjeras sobre compras en el sector en Australia proceden de China. Según Beckett, unas 50 de las 250 bodegas del Valle de Hunter son de propiedad china. Una de ellas es Iron Gate Estate, fue comprada hace pocas semanas por la familia Kuo, magnates de la industria eléctrica en Shenzhen.
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